Madrid 2016. No en mi nombre. Así no.

No me lo puedo quitar de la cabeza, todavía sigue ahí dando vueltas. El tiro libre fallado por Gasol, el plano del famosillo de turno. El tiro libre fallado por Gasol, el plano del famosillo de turno...
Ha pasado mucho tiempo y no me lo quito de la cabeza, el Masters de tenis de Madrid ahora se encarga de mantenerlo en mi mente, de refrescarlo.
Tuvimos un Eurobasket en casa, y no escuché el silencio sepulcral en los tiros libres, no escuché la presión al árbitro cuando se equivocaba en nuestra contra. No vi a los rusos intimidados por el pabellón. Sólo vi planos de famosillos y escuché comentarios de gente que probablemente era la primera vez que iban al baloncesto. ¡Como van a presionar unas personas que no conocen el deporte, que están sentadas cómodamente en una butaca tomándose algo!
¿Y los aficionados que son capaces de llenar la cancha en un partido de la liga en fase regular? ¿Dónde estaban? Aburridos de hacer colas interminables para las pocas entradas puestas a la venta, a precios desorbitados. Una vez descontadas todas las entregadas a los patrocinadores, a la cadena que retransmite, a las instituciones, a los enchufados, a los invitados de las federaciones, y por supuesto, las eliminadas para poner los butacones para los señoritingos. Hemos pasado del palco de autoridades al pabellón secuestrado.
Estoy seguro de que habríamos ganado la final con un público de baloncesto habitual, habríamos disfrutado más del ambiente y de la victoria.
Ahora con el Masters de tenis volvemos a lo mismo. Los mismos personajillos de turno coparán los innumerables palcos cuando lleguen los partidos importantes.
A los verdaderos aficionados se les arrincona a un lado, que vayan a los partidos de las fases previas, y encima luego se lamenta ver los pabellones vacíos en las fases previas.
Han eliminado al aficionado de torneo, el que se saca entradas para verlo de principio a fin, le han hurtado el torneo. Le han robado el postre para darselo a un extraño y el maître se queja de que ya no va a comer. Le dejan el polvo sin orgasmo, y le siguen exigiendo su actitud de semental.

Así no, yo no quiero los torneos en mi ciudad, no quiero sólo los atascos, los cortes de tráfico, las obras, los ruidos, todas las incomodidades. Así no, no en mi nombre, no me pidas que te apoye, no vayas diciendo por ahí que tienes apoyo popular, no el mío, tenlo claro. No digas que eres mi novia para tirarte al famoso de turno cuando ya has conseguido lo que querías de mí. No me traiciones. Me has traicionado. Si me quieres devuélveme el aforo, o no podré creerte. Así no, no en mi nombre.